Observarte en la distancia,

mientras el sol arremetía

contra mi huesuda espalda,

era mi pasatiempo

en aquellos largos días.

 

Te recuerdo allí,

libre,

campando a tus anchas

por los nevados caminos.

 

Te miraba danzando salvaje

clavando tu pico,

de rojo sangre y claro pardo,

contra algún olvidado animal.

 

Y quería acercarme

acariciar con vehemencia

tu lomo salvaje

en el paisaje quebrado

de tu violento hogar.

 

Buitre

todavía hoy

albergo la esperanza

de ser como tú:

                   libre

                         misterioso

                                   salvaje

  

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