Aparecen las vocales

las letras, 

las palabras heridas,

agarradas en el pecho

como un pájaro negro 

se agarra

a la única rama

de un árbol muerto.

 

Gritar al viento 

de un áspero invierno

que ya no te quiero,

corriendo descalza por un campo seco

lleno de dulce esperanza. 

 

Teníamos una bella manera de mirar, 

de sentir,

no aguantamos la sequía del tiempo,

y hoy lanzo al aire palabras

aquellas agarradas en el pecho,

con miedo,

odio congelado que nos ocultaba

nuestra efímera fragilidad,

aquella que nos hace humanos.

 

Soltar mi voz al viento

para vivir ligera,

como una hoja caída, solitaria,

del árbol más alto de una ciudad;

y quizás vivir más tierna

más tiempo

más bella.

 

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