En una taberna con olor
a whisky caro,
bailo con un hombre
de traje negro, sombrero plateado.
Huele a puro habano.
¡Alicia! Baila este tango
de Chavela. Sírvete un ron dorado.
El pianista mueve
sus dedos enajenados.
Son las 2:00, hora solitaria,
en una callejuela.
El barman con su chaqueta granate
pone la última copa.
Sus ojos felinos observan
con deseo nuestros movimientos.